caducidad de la miel - El Comenar de Valderromero

La miel es un alimento delicioso que lleva siglos entre nosotros. A lo largo del tiempo ha sido utilizada con muchas finalidades: gastronómicas, cosméticas, médicas… Sin embargo, existe una gran incógnita que planea sobre ella: la caducidad de la miel. Hoy en El Colmenar de Valderromero hablamos sobre ello.

La caducidad de la miel: ¿dura eternamente?

Hace un tiempo, cuando hablamos sobre la historia de la miel, explicamos que se han hallado vasijas con restos de miel que contaban con siglos de antigüedad. Dicha miel se conservaba prácticamente intacta, a pesar del paso del tiempo.

Este tipo de hallazgos hacen plantearse la caducidad de la miel. Si puede aguantar tanto tiempo, ¿será que no caduca nunca?

Según la normativa sobre seguridad alimentaria, todos los productos destinados a su consumo deben mostrar una fecha de caducidad o fecha de consumo preferente.

En el caso de la miel, la fecha marcada sea de dos años después de su envasado. Sin embargo, esto no quiere decir que si pasa ese tiempo no podamos consumir esa miel.

Su estado dependerá en gran medida del tipo de conservación que se le dé al bote de miel.

La importancia de la conservación adecuada de la miel

La miel pura (sin azúcares añadidos ni aditivos) es higroscópica. En otras palabras, su contenido en agua es realmente bajo, llegando apenas al 18%. Esto favorece que en ella no puedan proliferar las bacterias ni microorganismos nocivos.

El recipiente donde se guarde la miel debe cerrarse perfectamente tras cada uso, para evitar que adquiera humedad.

Otros componentes que dificultan el crecimiento de microorganismos son su alto contenido en azúcares, un Ph ácido, sus enzimas y componentes antimicrobianos, como algunos ácidos orgánicos, péptidos y compuestos fenólicos.

Entonces, ¿puede tomarse la miel una vez superada la fecha de consumo recomendada?

Es posible que con el paso del tiempo la miel pierda alguna de sus propiedades o se modifique su textura. Pero esto no quiere decir que no sea apta para su consumo.

Su buen estado dependerá en gran medida de cómo se conserve la miel en casa. Lo ideal es asegurarse de que el bote queda perfectamente cerrado tras cada uso. Además, para que se mantenga en buenas condiciones, debe almacenarse en un lugar alejado de la luz solar directa y de fuentes de calor.

El frío extremo tampoco le viene bien, ya que puede hacer que se cristalice y se modifique su estructura. Es conveniente mantenerla a temperatura ambiente, entre los 18 y 27 ºC aproximadamente.